NUNCA MÁS


El fascismo no fue solamente la conjuración que de hecho era, 
sino que surgió además de una poderosa tendencia social. 
El lenguaje le da asilo y en el lenguaje se manifiesta
 la oculta y creciente catástrofe como si fuera la salvación.
Theodor Adorno


Los 36 años que lleva la democracia en La Argentina se fundan y se sostienen a partir de un consenso social mayoritario, aunque no unánime, que se mantiene hasta hoy en día. Pero que corre peligro y que hay que cuidar.
Este pacto social tiene su inicio en un acontecimiento inédito y singular en el mundo: La Comisión Nacional sobre la Desaparición de Personas (CONADEP), a la que en diciembre de 1983 se le encomienda la investigación que culmina en septiembre de 1984 en el “informe Sábato”, que en 1985 dará lugar al juicio a las Juntas Militares que perpetraron el Golpe de Estado del 24 de marzo de 1976. Una política, pero también una ética, que conocemos como el NUNCA MÁS… un Golpe de Estado.
Hubo en estos 36 años obstáculos y presiones, marchas y contra marchas. Argumentos y contra-argumentos, la teoría de los dos demonios frente al Terrorismo de Estado. Levantamientos armados con caras pintadas, una Semana Santa con la Plaza de Mayo llena, los argentinos somos proclives a tomar las calles, y con el balcón de gobierno pluripartidario, pero con “—la casa está en orden”. 
Leyes del perdón o de impunidad: Punto final (1986) y Obediencia Debida (1987), y Decretos presidenciales: el indulto de Menem a los máximos responsables (1989/90). 
Pero también la anulación de las leyes de impunidad por parte del Congreso de la Nación en 2003, con la reapertura de los juicios, los alegatos, los testimonios y las condenas de los crímenes de lesa humanidad. Hubo sentencia en 2006 del máximo tribunal penal de La Argentina, la Cámara de Casación Penal, considerando a los indultos inconstitucionales. Y una ratificación en 2010 de la Corte Suprema de la Nación dictaminando la inconstitucionalidad de los indultos y que las penas anuladas debían ser cumplidas.
En el 2014 se produce una extensión del derecho y por primera vez se lleva a juicio a tres médicos involucrados en el robo de bebés. La apropiación de menores pasa a ser considerada  como un crimen de lesa humanidad que no prescribe.
Hasta tal punto el NUNCA MÁS es un pacto social implícito en nuestro país que en 2017, ante el fallo de la Corte Suprema respecto al 2x1 que abría la posibilidad de haber alcanzado a las condenas a los genocidas, se produjo una manifestación espontánea y pacífica con miles de pañuelos blancos en las manos. Frente a esa manifestación popular los partidos políticos no mostraron ninguna grieta, sino que se pusieron de acuerdo y sancionaron una Ley a través del Congreso Nacional que excluyó a los condenados por crímenes de lesa humanidad. A fines de 2018 la Corte Suprema de la Nación retrocedió y falló contra la aplicación del 2x1 a los genocidas.
A lo largo del siglo pasado hubo otros consensos sociales que se mantuvieron largo tiempo y que definieron políticas de Estado que respetaron los diferentes gobiernos de turno, consensos que sin embargo cayeron. Uno de ellos fue el respeto a la “Doctrina Drago” de no injerencia en los asuntos internos de otros países y en la autodeterminación de los pueblos. Esta política externa fue sostenida hasta 1990, donde el Ministro de Relaciones Exteriores de Menem, Domingo Cavallo, anunció la participación argentina en la Guerra del Golfo Pérsico. Lo que no trajo las esperadas inversiones extranjeras, sino el atentado a la sede de la AMIA.
Otros dos consensos que se quebraron en la misma época, lo que marca no sólo un tema político y económico sino también social y cultural, fueron el de dos emblemas y tradiciones respetadas y sostenidas desde largo tiempo en nuestro país, el de la Educación y el de la Salud Pública gratuita. Cuestiones que aún inciden en la vida fáctica de la sociedad argentina.
De igual modo ocurrió con la explotación y el cuidado de los Recursos Naturales no renovables de nuestro suelo. Los que se podría decir que el discurso de las privatizaciones como solución económica a los problemas del país se los llevó puestos. Y que deberían ser repensados y debatidos a partir de la idea de soberanía y de pactos o consensos sociales.
Sobre estos puntos es necesario reflexionar, ya que muestran la fragilidad de aquello que pensamos como permanente, fijo y estable. A este punto viene a parar el epígrafe elegido. Donde Adorno dice que el lenguaje le da asilo nosotros podríamos señalar el habla. El modo de hablar se va deslizando lenta e imperceptiblemente, dando lugar a que se instale y encuentre una grieta para manifestarse ¿qué…? La oculta y creciente catástrofe… que se presenta como si fuera la salvación. 
Pero, ¿cómo separar las disputas políticas y económicas de lo que pasó a ser un consenso que se encuentra en la base de estos 36 años de democracia? Desde aquí es posible volver a la disputa contra los organismos de los DDHH, aclarando que no comienza en estos últimos años, podemos remontarla por tomar una referencia a un año antes del Premio Nobel de la Paz otorgado a Pérez Esquivel, a Videla —con todo lo que este nombre implica— cuando utilizando una manifestación que festejaba un mundial juvenil, una pasión popular, indicaba con sorna socarrona que “los argentinos somos derechos y humanos”.
Pero en estos últimos años, junto con las controversias político-económicas se ha instalado una campaña de desprestigio y de negacionismo sobre los organismos de DDHH, sobre las Madres de Plaza de Mayo y sobre las Abuelas, pero también sobre los hechos históricos ocurridos durante la Dictadura Militar, así como lo investigado y recopilado por la CONADEP en el informe “Nunca más” y sobre la cosa juzgada y condenada por la justicia. Con lo que resulta de extrema gravedad que el lenguaje dé cabida a cualquier interpretación, a que se hable desfachatadamente, a que se pueda decir cualquier cosa sobre lo acontecido. Discépolo diría poniendo la Biblia junto al calefón.
Sobre este punto nos toca pronunciarnos sobre el Golpe de Estado acontecido en los últimos días en el Estado Plurinacional de Bolivia. No se trata de discutir una política implementada por un gobierno sino de nombrar un acontecimiento. No discutiríamos sobre las políticas o las personalidades de Yrigoyen, Perón o Illia, para simplemente decir que fueron derrocados por Golpes de Estado cívico-militares. En el mismo sentido no se trata de Evo Morales, sino del Golpe de Estado. Discutir si se trata de un golpe o no, elidir la nominación “golpe de estado” así como buscar eufemismos, nos sitúa respecto a la decisión que tenemos que tomar sobre si cuidamos o no ese acontecimiento singular que se dio en nuestro pueblo desde la democracia: el NUNCA MÁS. Ya que no somos sin eso, pues acontece que esa cosa nos nombra.
Hoy, quizás como siempre, Latinoamérica es un “territorio” en disputa. Pero, ¿cuál? Con fuerzas activas y reactivas, con bandos intensos internos e injerencias externas, que lentamente hasta ahora están retrotrayendo el estado de cosas a un período oscuro de la historia de nuestro subcontinente -nombre que utiliza el imperio-. Está quedando atrás el último período democrático en la región. Lo que pone al NUNCA MÁS en peligro y nos empuja a decidir.
En este tiempo han sucedido hechos históricos significativos. Venezuela se ha convertido en el tema de puja y controversia tomando el lugar que antaño tomaba Cuba. La destitución de un presidente en Paraguay, lo que implicó un cambio de signo político. La pérdida democrática del Kirchnerismo en Argentina y la llegada al poder de un gobierno neoliberal, también su caída sin reelección en las urnas frente al peronismo. La crisis institucional aún irresuelta en Perú. El viraje abrupto en Ecuador que no fue lo votado en las urnas. En tanto, Brasil vistió de legalidad la destitución de una presidenta que se realizó en el Congreso, y el encarcelamiento sin pruebas de un candidato presidencial que tenía claramente la intención mayoritaria de votos para definir una elección. Se han planteado respecto a esta situación cuestiones como el desgaste a través de los medios de comunicación, la guerra judicial, el fomento del odio, del racismo, de la división, de la grieta, etc.
No obstante la situación actual no se encuentra en el mismo orden de cosas, hay un punto de quiebre. Una discontinuidad que irrumpe sorpresivamente, que no responde a las políticas partidarias, ni a las tácticas y estrategias. En breve tiempo manifestaciones aisladas de pequeños grupos intensos han tomado una dimensión nueva, que ha recogido las resonancias, afectando a los cuerpos*. Nada de esto hubiera sido posible sin el acontecimiento que es el movimiento NI UNA MENOS que ha tomado las calles, que ha aportado “lo trans”, en nuestro país, en nuestro continente y en el mundo. Pero, a la vez, la cosa ha tomado otros cursos.
El Golpe de Estado en (también podríamos decir a...) La Paz puede leerse como una fuerza reactiva a estos movimientos que están recorriendo estas tierras. Pero los terremotos no han sido telúricos, La Pachamama… quizás, por utilizar un nombre sagrado que se intenta solapar. Los terremotos populares en Ecuador y en Chile son impensables sin la votación en Argentina. Que en un momento de crisis en Argentina como el actual son impensables sin el NUNCA MÁS. El que se encuentra en peligro por los modos que aparecen en el habla, y que sin embargo, aún hoy, desde 1983-1985, da suelo al habitar en Argentina.
No las subjetividades de los individuos/ciudadanos/consumidores categorías que responden a la lógica de la política y el capital, sino los terremotos populares —antes se les decía pueblada— son el territorio en disputa. Ese territorio nombra a Indoamérica.

Marcelo Alonso
Psicoanalista

* "...afirmé algo que no se conoce lo suficiente, que los neuróticos son irreventables. Las únicas personas a las que vi comportarse de manera admirable durante la última guerra —dios sabe que no me causa especial agrado evocarla— son 'mis' neuróticos, aquellos a quienes aún no habla curado. Eran absolutamente sublimes. Nada los afectaba. Así les faltara lo real, lo imaginario o lo simbólico, ellos aguantaban." Jacques Lacan, Seminario 21, Clase del 13 de diciembre de 1973.