Fuegos artificiales IV



En noviembre de 1973, con prudencia pero sin retroceder, Lacan retoma la cuestión en Sobre la experiencia del pase y de su transmisión, allí realiza algunas indicaciones que podríamos plantear como una reinterpretación de los acontecimientos. Comenta además que, no sin vacilar, y pensando que los persuadiría, asumió el riesgo de la salida de sus discípulos
Con los cuatro discursos Lacan toma distancia del lugar que delata, al aclarar que su propuesta perseguía como fin una Escuela que se diferenciara del funcionamiento de las viejas sociedades asentadas en el discurso del amo. Enfáticamente dice: “Yo deseé otro modo de reclutamiento: el pase. A mi entender, era el primer escalón de un reclutamiento de estilo diferente, de un orden modelado muy precisamente sobre lo que entonces consideré que daba especificidad al discurso analítico”. Apuntalándose en el objeto de su descubrimiento, testifica sobre su deseo: discernir, en ese tiempo que denomina pase, “por qué alguien asume el riesgo loco de convertirse en lo que el objeto a es”. Luego, repasando los resultados obtenidos hasta el momento: “testimonios de perplejidad y confusión”, y con el jurado de confirmación en la mira de su decir, revela que: “Se trata de una experiencia radicalmente nueva que nosotros hemos establecido, pues el pase no tiene nada que hacer con el análisis”.
Con los estragos y deterioros a cuesta, los producidos en la Escuela por el Dispositivo del pase, Lacan reivindica el riesgo corrido por los miembros, “en una experiencia que para aquellos resultará inolvidable”. Señala que: “en ninguno de los que a él se presentaron careció el pase de efectos. [Aunque] Estos efectos tal vez sean deterioros…”. No obstante, en la intervención toma distancia del procedimiento; esperando incluso “un modo muy distinto de recoger el testimonio”. 
Sin cuestionar el fin de análisis, ni el acceso al deseo del analista formulado en su propuesta, diferencia ‘el pase’ del Dispositivo; planteando que a tal fin podría haber indicado cualquier artificio: “Con respecto al pasadizo, la fisura por la cual intenté hacer pasar mi pase, habría podido inventar yo uno más sutil; pero era preciso no complicar demasiado las cosas, y sí permanecer en el orden de lo que se hace. Habría podido demandarles que se hicieran prestidigitadores, por ejemplo, ¡pero se dan ustedes cuenta del cansancio que eso habría producido!
En 1974 Lacan envía una nota al grupo italiano, nota que cae en barbecho , donde insta a que lo acompañen en la fundación de una Escuela Psicoanalítica. Los exhorta a romper con la formación tradicional de las sociedades, a reclutar a los Analistas de la Escuela, A.E., mediante la prueba del pase, incluso “corriendo el riesgo de que no los haya…”. En la Nota… afirma que la función de la Escuela, en tanto el psicoanalista no se autoriza más que por sí mismo, es la de velar que en ese acto no haya sino analista, es decir: que haya acaecido una autorización y no una auto-ri(tuali)zación. Lacan espera que entre los italianos la cosa tenga otro alcance que el que obtuvo en la Escuela freudiana de Paris —al menos un poco más de seriedad que la que logró con su prudencia.
En diciembre de 1976, François Roustang, psicoanalista formado en la EFP desde 1965, ensaya una lectura crítica respecto a las sociedades psicoanalíticas, tomando como eje la transferencia. Pero el autor, tanto como el libro, son rechazados violentamente por sus pares: los lacanianos de la Escuela Freudiana, aunque también por los freudianos de la IPA. Cada grupo niega que lo delatado por Roustang tenga lugar en su Institución de origen, o en el caso de su propio maestro. 
Poco después, en marzo de 1977, la combativa Juliette Labin, miembro destacado de la Escuela Freudiana de París, luego de ser rechazada en la prueba a la que se había ofrecido, se quita la vida. Con el suicidio de aquella analista estalla una crisis institucional. En abril de 1977 la crítica transferencial de Roustang es retomada desde fuera, planfetaria y filosóficamente, por Cornelius Castoriadis, ex miembro de la EFP; quien, redefiniendo el planteo, diseña La psychanalyse, proyect et élucidation, divulgado por la revista Topique, organismo de difusión del Cuarto Grupo.
En 1978 la Escuela lacaniana celebra un congreso en Deauville; allí Lacan concluye que la experiencia del pase había sido un fracaso. En diciembre de 1979, tras dieciséis años de existencia de la sociedad, decide la disolución de la EFP; cuestión que es comunicada por carta a cada uno de los miembros el 8 de enero de 1980; la solución se hace efectiva legalmente a fines de septiembre. Un año después, el 9 de septiembre de 1981, pronunciando un “Desaparezco…”, sobreviene el deceso de Jacques Lacan. 

Entre una disolución y la otra, se llama a la Causa Freudiana, se crea la escuela de los alumnos. En medio de las disputas entre los miembros y los pleitos legales en la familia, la disolución resulta una explosión; un estallido que esparce a los grupos lacanianos en una vía de proliferación de escuelas, de sociedades, de asociaciones e institutos, que se disputarán la herencia del Maestro.